domingo, 4 de marzo de 2007

Uniforme de niño

Cuando cerraba los ojos, lo primero que veía eran los colores. Rojo, negro, amarillo. Colores fuertes, que le daban ganas de correr. Y entonces se imaginaba corriendo, saltando, gritando. Sentía cada uno de sus músculos tensarse y contraerse, y deseaba usarlos todos. Corriendo, pateando un balón, dando volteretas, tirando piedras al río, subiéndose a algún árbol. Sentía el aire en la cara, y la tierra en las rodillas. Podía notar la adrenalina corriendo por sus venas cuando algún paisano se daba cuenta de la sandía ajena que llevaba en las manos. Cada vez que ella cerraba los ojos, se daba cuenta de que eso es lo que quería. Y entonces fue cuando notó el dolor de espalda, provocado por la estirada postura sobre la silla de madera, con las piernas bien juntas y la servilleta sobre las rodillas para no manchar el vestido nuevo de gasa que le habían puesto en honor a la visita de sus tíos del pueblo. Y cuando giró la cabeza para ver como en la calle su hermano y sus primos se enzarzaban en un nuevo partido de fútbol sin reglas fue cuando se levantó muy decidida hacia la cocina para preguntarle a su madre:

-"Mamá, ¿cuanto cuesta un uniforme de niño?"




Imagen obtenida de: http://www.lasalle.es/bustiello/album/

2 comentarios:

Laurópata dijo...

¡¡qué bueno!!! Pues sí...
Hay miles de niñas soñando con un uniforme de niño y, no hay que mirar muy lejos...

Un beso enorme

Laurópata

Es increible! no puedo comentar como Laurópata! la lexe!

Anónimo dijo...

Qué ocurrencia eh? me ha gustado la forma de contarlo...