3 de abril de 2006

Cuando releo lo que he escrito parece que en esta isla no hay cosas malas, pero no es así. Entre lo malo que hay por aquí están los zancudos, que molestan de día y de noche. La flaca duerme con mosquitera, pero yo trato de "aclimatarme" y ni siquiera me echo repelente, ya que aquí, a diferencia del continente, no hay ni dengue, ni malaria. Otra cosa es el calor. Cuando pega de verdad es insufrible, y como casi todo el trabajo es físico, la cosa se suma...
El arroz y los frijoles, esa es otra. Que están ricos, si, pero no 3 veces al día y 7 días a la semana; en cuanto puedo los evito. (Cosa positiva de hoy: He descubierto que Tito (el gato de aquí) come frijoles).
Malo es estar sin luz eléctrica, primero, por la comunicación y segundo pero no menos importante: por la lavadora. De momento la flaca y yo hacemos "lavados de emergencia", pero como no pongan pronto la luz, la pila de ropa de la esquina del cuarto nos va a comenzar a hablar.

Pero lo peor es estar acompañada de "machos" todo el santo día. No sólo hay que pasarse el día esquivando piropos, insinuaciones y guiños, sino que además hay que demostrar que somos capaces de realizar "trabajo de hombres", y tras eso, hay que realizar "trabajo de mujeres", o sea que trabajamos el doble. Eso, unido a la poca intimidad de la que gozamos aquí (dormimos con la puerta abierta por el calor, en camas separadas (por lo mismo) y sin cortinas...) hace que a veces me sea difícil demostrarle a la macha que la quiero. Pero como sé que siempre lee lo que escribo, se lo dejo dicho aquí, de estrangis. Me da igual que no todo sea bueno, por el momento, estar aquí con vos es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo...